Qué fácil
es a las personas cuestionar la fe de otro cuando decide quejarse por los
problemas y el que cuestiona esta de lo más relajado, pero que difícil se le hace a esa misma persona mantenerse
tranquilo ante sus problemas y ante los cuestionamiento que también le hacen, olvidándose
una ley de la vida que cada vez se nos recuerda, que dice: que recibiremos
conforme a nuestras acciones, y si eso es lo que se siembra entonces porque nos
negamos a recoger esa cosecha. Lo cierto es que hasta que no dejemos de cuestionar
tampoco dejaran de cuestionarnos, recuerden siempre eso, pero recuerden también
recordar como se sintieron cuando se lo hicieron, y poco a poco se les va a
quitar las ganas de hacer sentir a otro esa misma sensación, a menos que sean
algo masoquista y se acostumbren a hacerlo y a gustarle que se los hagan. Aunque
estoy escribiendo esto, espero de todo corazón que no seamos ni cuestionados,
ni cuestionantes y mucho menos masoquistas.
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