He querido llamar “Huérfano del alma” a todas aquellas personas, que a pesar de
estar rodeado de, familias, hijo(a), amigo (a), esposo (a), hermano, hermana, se
sienten en la más inexplicable soledad. Sentir
que muchos han deseado erradicar, pero que sin embargo, por no entenderlo, cada
día va en incremento. Ahora bien, el término “Huérfano” puede tener los
siguientes conceptos:
a ) Un huérfano es un niño cuyos padres están ausentes o muertos, o
lo abandonaron.
b) Un huérfano
es alguien privado a través de "la muerte o la desaparición, por abandono
o deserción, o la separación o la pérdida de ambos padres".
Los
dos conceptos, concuerdan en un punto, es una Ausencia, ahora de quién, aunque según
la concepción es de los padres, me atrevo a decir, que va más allá.
Reconceptualizando,
un “Huérfano” es aquel que siente una ausencia
física o presencial de la persona que lo engendró.
Hasta
esta línea, alguien dirá, pero mis padres también están a mí alrededor, y aun así,
sigo sintiéndome solo o sola.
He aquí,
la razón, lo que realmente está ausente y no porque no quiera estar contigo, es
El Padre Celestial, Aquel que te engendró,
aun antes que tus padres terrenales te hayan traído al mundo.
Es está
ausencia, lo que tu alma está sintiendo, por eso ningún ser humano lo podrá
llenar, porque el alma reconoce a quien necesitas realmente, por eso, cada vez más,
reclama el tiempo que ha pasado y que a pesar, que humanamente has tratado de
llenar esa ausencia con familias, amigos, el alma te recuerda, que lo has hecho
equivocadamente, por eso se sigue sintiendo igual de huérfano.
Creo
que ahora, ya estás en capacidad de decidir
qué hacer, para no seguir sintiéndote así, está en ti, seguir con esa agonía y prolongar
esa sensación de ausencia, o por lo contrario terminar de una vez con ella,
dejando que la presencia del Padre Celestial, se haga manifiesta de una vez en
tu vida. Porque, debes saber que eres Huérfano del alma, no porque Dios te haya
abandonado, o esté muerto, o desaparecido, o ausente, el hecho de que no
lo veas, sientas, o no se manifieste como quisieras, Él ha estado y estará
siempre, pero eres tú quien ha decidido dejarlo, impidiéndole que Él tome su
lugar como Padre, y tu alma lo sabe bien.
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